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Literatura y comunicación

jueves, julio 01, 2010

FELO JIMÉNEZ

Por Gonzalo Fragui
(Texto inédito)



Rodolfo Izaguirre, siendo todavía un niño, quiso saber un día cómo narraba Felo Jiménez un partido de fútbol de la liga italiana desde los estudios de Radio Continente. No había televisión, mucho menos internet,  parabólicas o cable.

Y fue a través de los cristales que Rodolfo descubrió algo increíble. Felo sólo tenía en sus manos un pedazo de papel, un télex, con unas escasas cinco líneas, donde se informaba únicamente el marcador, las alineaciones, los minutos de los goles y los autores.

Felo reconstruía los noventa minutos de juego. Algunas veces hasta le agregaba algunos minutos de lo que hoy se conoce como “tiempo de reposición” y que en aquella época se conocía como “tiempo de descento”.





PIRATA


Por Leo Mendoza
De ficticia.com


El señor Ferrari lo dice a voz de cuello, a quien sea.
Se lo dijo a la peña americanista que se reúne aquí en la cantina para luego marchar rumbo al estadio.
Se lo dijo al único necaxista que conozco: un escritor alto, barbado que de cuando en cuando se toma una cerveza entre nosotros, como si bajara de su nube.
Se lo dijo hasta al señor Fernández a quien lo único que le interesa son los Tigres capitalinos y los Yanquis de Nueva York.
-Déjense de Luis Hernández y de García Aspe. Primero está el Pirata y luego Hugo Sánchez.
Y si el señor Ferrari - así como los coches italianos, los del caballito volador- lo dice, hay que creerle. Porque él no es de aquí, aunque lo pareciera por el gusto que le ha agarrado al tequila.
Él llegó para jugar futbol y jugó bien, con los "Millonetas" que hoy son "Águilas". Dice que jugaba de medio y entre los que visitan la cantina, los que se vienen aquí para ver los partidos huyendo de sus casas y de los reclamos de sus mujeres, hay muchos que todavía lo recuerdan.
Por eso su palabra es ley.
Y si él dice que el Pirata Fuente ha sido el mejor jugador que ha dado México, hay que creerle.
Porque su padre lo llevó a verlo jugar al estadio de Vélez Sarfield y fue su ídolo los tres años que permaneció en el equipo: bueno para el regate, para el desborde y para tirar a gol. Bueno para jugar en una cancha que ni siquiera un chancho -dice que así le dicen a los puercos- aceptaría como chiquero.
Dice que el Pirata fue un adelantado, que en estos tiempos sería fenómeno.
El señor Ferrari dice que cuando jugó en Vélez, el Pirata ya traía la fama de bacán, que es lo mismo que borracho o bebedor o, mejor dicho, de pícaro y pendenciero. Que muchos lo vieron trasnochando en vísperas del partido, pero también dice que a la hora buena, en cuanto sonaba el silbatazo, saltaba a la cancha como una locomotora y al terminar el partido se tendía cuan largo era para sudar la resaca que es como allá le dicen a la cruda.
Dice que así era. Que si el técnico le prohibía irse de farra, el Pirata andaba mal y de malas, pero que a la primera curda -"que es como andar bien pedo", explica el señor Ferrari- se le borraba toda la mala suerte y regaba talento y habilidad por todo el campo.
Eso dice y aquí, en la cantina, nadie se atreve a contradecirlo.
Aun cuando algunos aseguran que de argentino tiene lo que de cubano las tortas.
Y cuando el partido está por comenzar, luego de sus dos tequilas, el señor Ferrari toma su muleta -un accidente, che, pura mala pava, dice- y paso a pasito nos deja acompañados por el recuerdo de su futbolista favorito.


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