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Literatura y comunicación
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martes, mayo 25, 2010

CIENCIA FICCIÓN LATINOAMERICANA

Por Daniel Arella




En el año paradigmático de 1927, cuando el escritor venezolano Julio Garmendia publica Tienda de muñecos, —libro de ocho cuentos fantásticos, entre los cuales se encuentra el primer cuento de ciencia ficción auténtica escrito en el país y uno de los primeros en Latinoamérica—, Hugo Gernsback, director de la revista Amazing Stories, bautiza el concepto de ciencia ficción,  implantándolo definitivamente en la historia.  En aquél año, a principios del s. XX, no se conocía ni rastro de la primera revista de CF de países anglosajones en Latinoamérica; no será sino hasta la primera década del 50 cuando los primeros fanzines y revistas del género serán traducidos al español, y no será sino hasta principios de la década del 60 cuando las primeras editoriales de CF extranjeras como la editorial EDHASA de Barcelona, con la famosa colección Nebulae, y  la revista Minotauro en 1964, presenten sus primeras ediciones.

Pero como bien indica Julio Miranda en el prólogo de su Antología de la ciencia ficción venezolana: “En un momento en que la CF no había recibido todavía una sanción universal favorable, dos venezolanos (Julio Garmendia con “La realidad circundante” y Enrique Bernardo Núñez) la estaban cultivando —aunque sea marginalmente— y en su vertiente más rica: la CF crítica”1. Y este es el caso general y paradigmático de la mayoría de los países latinoamericanos a principio del s. XX, como es el caso de Perú, Brasil, Cuba, Argentina, Uruguay, Guatemala (si contamos con el caso único de Álvaro Méndez Desleal) y México, países que en la actualidad, es decir, del año 70 hasta nuestros días, han desarrollado una CF propia, esencialmente latinoamericana, que no tiene nada que deberle a los escritores de habla anglosajona. Para ilustrar lo anterior veamos la declaración del célebre escritor de ciencia ficción brasileño André Carneiro, citado por Miguel Ángel Fernández en su artículo “Más allá de lo imaginado: la antología que hizo historia”:

 Estoy totalmente persuadido que ellos nos tienen temor, creo que se han quedado sin ideas y se han puesto muy reiterativos en los temas. Constantemente me aclaraban que nosotros no escribíamos Ciencia Ficción, que nosotros no debemos editar en Estados Unidos, que nosotros escribimos Realismo Mágico. En fin, ellos cuidan su mercado y lo hacen porque ven con temor nuestra gran imaginación, nuestro humanismo contra su materialismo, nuestra solidaridad contra su frialdad, nuestras ganas de trabajar en conjunto contra su individualidad.2





En el aludido artículo donde se cita esta implacable declaración del autor braliseño, se argumenta en torno al carácter imperialista original de la ciencia ficción, literatura utilizada en EEUU para demostrar la supremacía de la raza blanca como dueños del mundo de ser poseedores de la tecnología y el futuro de la historia a través de las guerras3, argumentos hartos reciclados en best-sellers y discursos comerciales cinematográficos. Si la tecnología está al servicio del poder, la ciencia ficción problematiza, cuestiona y critica —en muchos de sus tópicos temáticos— el destino apocalíptico y/o benefactor —si se conlleva con conciencia y humanismo— de la tecnología; ahora bien,  ¿pero por qué razón suponerse, impositivamente poseedores legítimos de las posibilidades creativas y críticas que ofrece la ciencia ficción para la literatura?  Este argumento, como es sabido, es absurdo, y más que eso, completamente errado, sabiendo de antemano que existe tanto la ciencia ficción soviética como la cubana, ideologías políticas francamente opuestas al establshiment norteamericano. En Latinoamérica se escribía ciencia ficción antes de que Asimov pensara siquiera en escribir su Fundación. Incluso antes, en el s. XIX, cuando Julio Verne —considerado como el primer autor en escribir relatos maravillosos-científicos, el primer escritor reconocido como pionero del género— publica en 1870 Veintemil leguas del mundo submarino, tres años después (¡Y 16 años antes que H.G. Wells escribiera La máquina del tiempo (1895)!) un naturalista, zoólogo y escritor argentino de origen alemán, llamado Eduardo Ladislao Holmberg (1852-1937), publica en  1879 su cuarta y última obra Horacio Kalibang o los autómatas, en la que adelantaría un tema de auténtica ciencia ficción: la inteligencia artificial.


Hay que explicar primero en qué puntos confluyen y se apartan en su temática y recursos la primera ciencia ficción latinoamericana y norteamericana. No hablaremos de la CF británica, la new wave y la distopía histórica4, puesto que esta empezó en la década de los 60, fecha donde culmina nuestra antología de los textos de CF fundacional. E. van Vogt en compañía de Bernard Goorden, en su prólogo a la antología Lo mejor de la ciencia ficción latinoamericana¸ concluye que una de las diferencias más marcadas entre estas dos tendencias consiste en que la CF latinoamericana evidencia una mayor calidad literaria. Aunque esta antología se basa en escritores posteriores a la década del 70 (dicho argumento se cumple igualmente para los escritores de las primeras seis décadas del s. XX) cuando el género ya había sido definido como tal, y los escritores ya se autodenominaban escritores del género, para el género y desde el género, circunscrito conceptualmente por la editorial;  esto no sucede, como se verá,  con los textos recopilados aquí, cuya característica más notable son sus rasgos híbridos, cuyas temáticas encajaban en la ciencia ficción más clásica en un período de la historia en que el concepto no estaba del todo claro y nadie había dicho la última palabra. De allí estriba la gran diferencia: los escritores latinoamericanos no escribían con la intención de escribir ciencia ficción, a diferencia de los norteamericanos, limitados por la tecnología, su impulso de progreso, sus editoriales y concepciones, sino de escribir literatura, con todo el riesgo que esto conlleva. Que si llegaron a tocar rasgos del género, sí, pero sin la conciencia del género, sino con una conciencia de vanguardia estética, de ruptura y transgresión —recordemos como el futurismo de Marinetti y la exaltación de la máquina, traídos por Huidobro, influenciaron notablemente a los escritores latinoamericanos en sus trabajos posteriores—. Mientras que los norteamericanos se enfrascaban en la parte científica, los latinoamericanos preferían, por su naturaleza, la parte fantástica, imaginativa e inventiva (lo que se llamó años después la “ciencia ficción blanda”). 

Por esta razón tan simple, las obras pioneras de la CF demuestran una ventaja alta en cuanto a su literariedad —y esto es uno de los grandes problemas de la CF actual: la calidad literaria, sospechosa para las editoriales—. Entonces estaríamos hablando de un escritura marginal, influenciada principalmente por los padres pioneros del género gótico: Edgar Allan Poe y E.T.A Hoffman, como es en el caso de Eduardo Ladislao Holmberg, y por las teorías científicas que revolucionaron la época: La teoría de la evolución de la especies de Darwin, la radiestecia y los rayos X de Roentgen, como es el caso de  Leopoldo Lugones, Clemente Palma, y de dos modernistas consagrados, los eternos rivales, Ruben Darío y el mexicano Amado Nervo, y un colombiano, José Asunción Silva, los cuales constituyen la prehistoria de la CF latinoamericana. Todos estos descubrimientos en el campo de la ciencia causaron un profundo impacto en nuestros escritores, los cuales empezaron a especular y a recrear las consecuencias humanas de estos nuevos inventos para la sociedad, el hombre y su identidad, principales tópicos de la literatura del género.  

Notas


1 Julio Miranda, Ciencia ficción venezolana: antología, Caracas, Diario de Caracas, 1979, p. 5.

2 Miguel Ángel Fernández ,“Más allá de lo imaginado: la antología que hizo historia”, Ciencia ficción mexicana, http://www.ciencia-ficción.com.mx.

3 Esto empieza a cambiar, paulatinamente, cuando el escritor afroamericano Samuel Delany, al escribir Babel 15 y La intersección Einstein, se postula como uno de los mayores escritores de ciencia-ficción del mundo, dandole opurtunidad, por primera vez, a la periferia de ser centro.

4Como son los casos paradigmáticos de El imperio del sol, 1984, La naranja metálica y El mundo feliz.

Imágenes: 1) Disponible en: cenicientademendigosyladrones.blogspot.com 2) "Realismo mágico". Disponible en: FB91.com.ar/blog/tag/realismo. 3) Julio Verne. Disponible en: aliciarosella.blogspot.com