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Literatura y comunicación

viernes, enero 22, 2010

Las memorias de Carolina Lozada


Carolina Lozada (Valera, 1974). Narradora. Licenciada en Letras. Escribe y administra el blog de reseñas literarias 500 ejemplares. Ha publicado los libros Historias de mujeres y ciudades (2007), Memorias de azotea (2007) y uno de cine Cuadernos cineastas venezolanos: Luis Armando Roche (2008). En el 2005 ganó el I Certamen Internacional de Relato Breve. El País Literario (Madrid); en 2006 obtuvo el Premio Municipal de Narrativa “Oswaldo Trejo”; en 2007 el Premio de Narrativa Solar y dos ediciones del Certamen de Narrativa “Salvador Garmendia”.


Memorias de azotea es un libro de 26 cuentos que narran distintas historias de la práctica humana. Las historias son el recuerdo de Carolina Lozada vistas, posiblemente, en y desde la cubierta llana de su edificio: la azotea. Lugar que pareciera haber sido de confluencia social por un tiempo, y de evocación en otro, donde realmente convergen sus historias. De este libro ofrecemos a los lectores del Club el cuento “El Ocaso”, una remembranza familiar, personal, de tono poético escrito en prosa.

EL OCASO

Las faldas ventilan sus colores y mentiras en el balcón. Hombres cerúleos viajan desde alta mar para llenar mis bolsillos de cerillas apagadas. El mar está congestionado de mediodías y sandalias solitarias que adormecen en la orilla de la playa a la espera de sus dueñas olvidadizas. Y esta casa que sacude sus sábados al sol mientras el cable largo y oscuro cuelga indiferente en el techo quebradizo. Hay una moneda olvidada en el macetero de las dulces margaritas. El teléfono está aletargado por las llamadas sin respuestas. Las persianas a medio cerrar descubren los pensamientos olvidados, arrinconado en los pliegues de sus labios. El polvo pegado a las paredes cede junto a la caída del papel tapiz. El espejo del cuarto no es capaz de seguir soportando tantas mentiras juntas. Cae, se rompe en diez, en cien, en mil rostros que se observan entre sí y no se entienden. Hay una luz floja y asustadiza que quiere morir arrimada a las huellas de mis pasos. Las paredes revientan sus furias carniceras y la voz del buzón llama al cartero. Nadie responde y la casa comienza a desplomarse sobre sus años de espera y luces de domingo. Hay voces, ruidos, gritos y batallas. La botella cae desde la azotea y estalla en llamaradas ensordecedoras. Los pisos se levantan contra las paredes y su estruendoso galopar revienta mis tímpanos. Las sillas se desmayan en el piso, mientras las fotografías se esconden de sus rostros. Las cortinas vuelan desde las ventanas. Ya no hay pared, ni tapiz, ni corazón en las esquinas. El aspa del ventilador guillotina las esperanzas. El temor rompe mis piernas en grietas de hiedra venenosa, no hay manos que resistan los nervios infartados, ni amanecer que acepte la apuesta de seguir viviendo en un cuerpo mutilado.

Es tarde, el ocaso viene sobre las alas de aves cansadas. Viene lento, sin prisa, como quien sabe ser esperado. El mar se desnuda de vértigo para recibir a los suicidas sonámbulos. No hay oscuridad más deseable ni canto más seductor que la de ese viejo rascacielos submarino.

Despojada de memoria, recuerdos y angustia. Sin clóset, gavetas ni espaldar me subo a la azotea seguida por los pasos destruidos de la casa. Caen las lámparas, lloran los espejos, enmudecen los sillones, gritan las mesitas de noche en su viaje al olvido de la palabra. Arriba el aire me hace etérea y las flores de mi falda rocían mis piernas en oraciones. Abro los brazos, danzo con mis pies descalzos. El mar me mira y sonríe, soy bienvenida, abro las puertas de sus labios y me lanzo a su vacío.

En el balcón las faldas de colores ven caer desde la azotea, un cuerpo envuelto en hojas de sepia y cascarones de mandarinas.

viernes, enero 15, 2010

A propósito del Día del Maestro

El 15 de enero se celebra en Venezuela el Día del Maestro, el cual no queremos tomarlo como el Día de un empleado público, sino como el de un responsable en aplicar un modelo educativo para formar las generaciones de la sociedad venezolana. Por ello, no sólo es un día de descanso y júbilo para el maestro, sino de reflexión para la sociedad en general sobre nuestra realidad educativa y social.
Un estímulo para abordar dicha reflexión, puede ser el film La Clase, del director francés Laurente de Cantet. De ahí que felicitemos a todos los maestros recomendando, con la pluma de Fernanda Solórzano en
la edición de Agosto de Letras libres, una película que represente algunos de los problemas que afronta la comunidad educativa en el mundo.
La Clase, de Laurent Cantet
Por Fernanda Solórzano

De la clásica Al maestro, con cariño (James Clavell, 1967) a la ridícula Mentes peligrosas (John N. Smith, 1995), el género conocido como “drama de salón de clases” ha intentado ser una metáfora de los choques raciales, ideológicos y generacionales que, a una escala más grande, conforman esa sociedad. Ya se trate de un profesor negro (Sidney Poitier) en una escuela de majaderos blancos, o de una profesora blanca (Michelle Pfeiffer) en una escuela de vándalos negros, las fábulas de superación escolar usan de fondo las crisis en turno para luego resolver todo con un discurso idealista, de esos que en la realidad no bastan pero que hacen a la gente a llorar. La fórmula se repite: el maestro soporta insolencias, demuestra sabiduría, el grupo baja la guardia y aprende la verdadera lección: sea cual sea la materia, todo lo que se necesita es amor.


La clase, de Laurent Cantet, es una afortunada excepción. Basada en las memorias Entre les murs, de François Bégaudeau, describe las dinámicas dentro de un salón de clases, entre alumnos de distintas etnias, a lo largo de un año escolar. En la Francia de la vida real no pasa un día en que Nicolas Sarkozy no ponga sobre la mesa temas relacionados con la creación de una “nueva identidad”. El discurso se dirige no al francés sino al extranjero: habrá de eliminar todo signo visible de identidad cultural, deberá aprender el idioma y adoptar las costumbres francesas, y demostrar habilidades que lo hagan merecedor de una residencia legal.

Ganadora de la Palma de Oro en el pasado Festival de Cannes, La clase aborda el problema con la crudeza que el caso merece. A contracorriente del género, el mundo escolar que describe Cantet es rudo y anticlimático, frustrante y desesperanzado. Todo en el mejor sentido, sobre todo cuando uno imagina las formas tradicionales de llegar a una “solución”: el profesor reconoce la riqueza del multiculturalismo (y sale un hombre transformado) y/o los estudiantes reconocen las bondades del proyecto francés (y salen niños transformados). Nada de esto sucede en La clase. Se agradece, por principio, un apego elemental al principio de realidad.





Más allá de su honestidad, la ausencia de conclusiones fáciles es un rasgo de salud en medio de la bipolaridad con la que el cine francés aborda su cuestión social. Mientras películas como El odio (95), de Mathieu Kassovitz, describen al estado francés como abusivo y racista, títulos como Amélie (Jean-Pierre Jeunet, 2001) seducen al mundo con visiones ultraconservadoras de un país de valores y tradiciones añejas y libre, por así decirlo, de negritos en el arroz.



En La clase no sólo hay negros sino árabes, asiáticos y uno que otro parisino. Al frente de todos ellos, el maestro de lengua francesa (Bégaudeau, autor del libro y antes profesor de escuela) hace lo imposible por enseñar a su grupo las sutilezas del idioma. Todos saben –incluido él– que en el mundo que los espera pocas cosas son tan inútiles como el nombre de una conjugación verbal. Basta con que aprendan a darse a entender en francés. Al fondo de los insultos, sarcasmos y jaloneos, yace una verdad brutal: su paso por esa escuela es mera formalidad. Su futuro no va a depender de que distingan entre “subjuntivo” y “pretérito” sino de su disposición a ocupar huecos laborales, y a ser útiles a un país huésped que, a diferencia de ellos, tiene poco que perder.

Nada de esto la convierte en una película cínica. La ira de los alumnos tiene su contraparte en el desquiciamiento del profesor, y todo es tan verosímil que acaba por crearse un clima emocional. Quizá lo mejor de La clase sea el trabajo de caracterización: todos los personajes son interpretados por alumnos y maestros reales, provenientes de la misma escuela, que conservan sus nombres verdaderos pero juegan un rol ficticio. El director trabajó con ellos durante un año antes de filmar.

El último día del curso alumnos y profesores juegan un partido de futbol. Más que una reconciliación, es la prueba de que se ha cumplido el verdadero objetivo del programa escolar: encontrar formas de convivencia, y entender cómo encajan sus piezas en el gran rompecabezas social.

sábado, enero 09, 2010

La Comptemplación de Manuel Vilas

Una selección de Jessica Labarador

Manuel Vilas es poeta y narrador. Nació en Barbastro, España, en 1962. Es autor del libro de relatos Zeta (2002), de las novelas Magia (2004) y España (2008), y en 2009 apareció su reciente novela Aire Nuestro publicada por la editorial Alfaguara. Su poesía ha sido premiada en dos oportunidades: en el 2005, con el XV Premio Internacional de Poesía “Jaime Gil de Biedma” por su obra Resurrección, y en el 2008 ganó el VI Premio Internacional “Fray Ruiz de León” con el libro Calor, elegido libro del año por la revista Quimera.


Su libro Poemas (2009) es un canto al viaje, a la vida, a la historia y al amor. Construido con un lenguaje franco, ameno, realista y también fatalista, que desvela las observaciones y los conceptos de Vilas sobre el exterior que nos circunda. De este estupendo libro ofrecemos hoy a los lectores del “El Club de la Serpiente” un alentador poema, dedicado, por qué no, en esta oportunidad, a las cajeras de nuestra ciudad.




Las manos de las cajeras

Sólo Dios sabe por qué se me regaló el don de aprenderme de memoria las manos de todas las cajeras que me han atendido y cobrado alguna vez en mi vida. Es un don inexplicable, frenético cautiverio de los ojos. Cajeras del Carrefour, del Sabeco, de Alcampo, cajeras de todas las tiendas que he visitado, llevo vuestras manos en el disco muy duro de mi memoria. Manos grandes, pequeñas, manos tristes, alianzas, adornos, uñas de todas las formas y de todos los colores, venas bajo la piel, manos atadas a una máquina registradora, manos cansadas, uñas rotas. Falanges señaladas para trabajos pocos señalados. Manos siempre pulcras, manos a veces de una belleza fulminante. Manos inesperadas. Siempre que voy con el carro de la compra, y dejo el azúcar las galletas en el mostrador, y comienza la cajera el rito de coger con sus manos mi compra, me invade una rabiosa melancolía: miro esas manos que cogen lo que compro, esas manos esclavas, las mías que también lo son, las mías sacan billetes de una cartera, las manos de ella, con sus uñas pintadas (he visto cien mil uñas encerradas en cien mil colores), los cambios, El Rey de España pasando de mano en mano, ausente él también con su efigie narcotizada, las estúpidas galletas, la abundante azúcar. Y es entonces cuando actúa mi memoria. Allí donde solo hay manos muy baratas en trabajos muy duros, yo me aprendo esas manos muy de memoria: dedo a dedo, alianza por alianza, uña a uña, cada falange, cada vena abandonada a su suerte, cada pliegue de la piel, cada forma delicada de los dedos.

sábado, enero 02, 2010

CALEIDOSCOPIO. Noviembre Diciembre 2010


ü  II Concurso de Microrrelatos “El Escritor Errante”. El concurso finalizará el 31 de diciembre de 2010

ü  Premio de Hoy 2011 en Ensayo, convocado por el sello editorial Temas de Hoy, perteneciente a Ediciones Planeta Madrid, S. A. El plazo de recepción de originales termina el 12 de enero de 2011.

ü  Hasta el 30 de noviembre de 2010. IV Premio Internacional de Novela Gráfica. Podrán optar al Premio todos los autores que lo deseen.

ü  VIII Premio Internacional Minotauro en la modalidad de Novela. Se otorgará un primer premio de 10.000 euros. La admisión de originales se cerrará el 5 de noviembre del año 2010.

viernes, enero 01, 2010

Serie Fotográfica




En la ciudad de la furia. 9 de Julio. Buenos Aires



Ángeles de Santiago


Primera toma de Atlas. Argentina


Toma 2


Toma 3


Clasificado argentino



Colonia. Uruguay


Congreso Argentina



Corrientes. Argentina



Costanera. Argentina



Costanera. Toma 2




Costanera. Toma 3



Baño Chino. Belgrano-Argentina


Laberinto Olímpico. Santiago de Chile

Las palomas en Colonia. Uruguay


El tren del Oeste



Colonia. Uruguay


Flores para la Moneda. Santiago



La Casa del Poeta. Santiago

La luz divina. Cementerio. Santiago




Triple frontera



La orilla vecina. Santiago



La ventana de Mapocho. Santiago


Libertad de expresión


De vuelta.Santiago



Neptuno en Santa Lucía. Chile


Operación Jaque. Santiago 


Osorno. Chile


Palermo. Buenos Aires


Cementerio de Santiago


Plaza cronopio. Buenos Aires


Plaza de Armas. Santiago de Chile


Plaza de Armas . Santiago


Porteños


Teatro Cervantes. Argentina




Valparaiso. Chile



Palomas argentinas


Vigilados en Santiago



Fotos: José Alexander Bustamante y Jessica Labrador