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Por Simon Horste.
A veces el pensamiento y la voz, ambos provenientes del ‘yo’, son uno. No obstante, la unidad pensamiento-voz puede llegar a ser difusa y contradictoria, e incluso confusa, ya que cada yo consiste en muchos yoes. En el caso más extremo, puede ocurrir que aquella unidad se aleje de esos yoes, para ubicarse más allá de ellos y contemplar el sempiterno caos y la inquietante incomprensibilidad del sujeto desde una distancia pequeña pero significativa. He ahí la poesía de Alejandra Pizarnik.
A veces el pensamiento y la voz, ambos provenientes del ‘yo’, son uno. No obstante, la unidad pensamiento-voz puede llegar a ser difusa y contradictoria, e incluso confusa, ya que cada yo consiste en muchos yoes. En el caso más extremo, puede ocurrir que aquella unidad se aleje de esos yoes, para ubicarse más allá de ellos y contemplar el sempiterno caos y la inquietante incomprensibilidad del sujeto desde una distancia pequeña pero significativa. He ahí la poesía de Alejandra Pizarnik.