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Literatura y comunicación
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martes, abril 26, 2011

viernes, abril 15, 2011

VIII Feria de la Lectura (Encuentro Comunal)

el Instituto Autónomo de Servicios de Bibliotecas e Información del Estado Mérida - IBIME, tiene el agrado de invitarle a la VIII Feria de la Lectura (Encuentro Comunal), el cual se llevará a cabo el próximo JUEVES 28 de abril en la Comunidad de Campo de Oro en el Centro Cultural Carlos Febres Pobeda desde las 8 am y hasta las 5 pm. Conmemorativo a los 200 años de la Firma del Acta de la Independencia. "200 años despues esta es mi historia" tendremos la participación de diferentes instituciones gubernamentales las cuales ofrecerán a la comunidad en general actividades culturales, recreativas, educativas y deportivas en el transcurso de la semana. Celebrando del Día Internacional del Libro y los Derechos de Autor. Esperamos su asistencia... atte Lic. Iris Arevalo Presidenta de IBIME Lic. Ydalia Gonzalez Coordinadora de la Red de Bibliotecas

domingo, abril 10, 2011

La Ruta del Libro en Ingeniería


La Ruta del Libro en Ingeniería: "Circuito Universitario Ingeniería, 13 y 14 de Abril, patio central, 9 a 7 pm. Programación de Actividades Culturales LA RUTA DEL LIBRO, ..."

lunes, marzo 07, 2011

La Ruta del Libro, un recorrido cultural por Mérida

La Secretaria de Asuntos Culturales de la Asociación de Profesores de la Universidad de los Andes, APULA, se complace en invitar al inicio de LA RUTA DEL LIBRO 2011, dentro del circuito Universitario.

LA RUTA DEL LIBRO
tendrá como objetivo acercar el libro a la comunidad universitaria y con esto fortalecer el valor de la lectura como una forma de adquisición del conocimiento e incentivar a la producción y la distribución editorial, así como al resto de productos culturales afines.

LA RUTA DEL LIBRO
desea establecer vínculos entre librerías, lectores y la universidad, en una cadena de conocimiento que debe reforzarse como poder de la cultura.

LA RUTA DEL LIBRO
pretende visitar casa mes una facultad universitaria distinta, y así, incentivar el desarrollo de actividades culturales en el marco de cada visita, fortalecer vínculos gremiales y crear espacios para la discusión e intercambio de ideas.

Para conocer las fechas y lugares de LA RUTA DEL LIBRO EN MÉRIDA, visita: http://seddegol-seddegol.blogspot.com/

jueves, mayo 27, 2010

Un viajero del mundo que nunca salió de su tierra


A propósito del natalicio de  Tulio Febres Cordero
Por Nelson Espinoza

Aunque resulte osada la afirmación, es posible que don Tulio Febres Cordero, el prohombre merideño, se haya convertido para muchos en una simple referencia de ubicación geográfica. “Por la Don Tulio, a la altura de la Facultad de Medicina” o “bajando por la 2, ahí frente al Tulio Febres”, son algunas de las frases que suenan diariamente, ¿pero saben todos los merideños quién fue Tulio Febres Cordero?
Recuerdo que en mi primer día de trabajo como periodista, estando a cargo de la sección cultural del Diario de Los Andes, tuve la oportunidad de conocer a Belis Araque, directora de la Biblioteca Febres Cordero. En aquel entonces ella me sugirió la publicación de una sección semanal titulada “Las Cosas de Don Tulio”, en donde se presentarían escritos de este ilustre merideño sobre temas tan variados como la realidad política venezolana en su época, el noviazgo o incluso el dolor de muela.
Semana tras semana comprobé que conocer a don Tulio y su trabajo es entrar en contacto directo con la historia, y desde entonces siempre ha sido una grata experiencia encontrar a alguien que me enseñe un poco más sobre el único Rector Honorario que ha tenido la Universidad de Los Andes (ULA) en sus dos siglos de historia.

Luigi López es profesor de la Facultad de Humanidades y Educación de la ULA. Él fue el encargado de rescatar del olvido un libro escrito por don Tulio en 1924, en donde describe las costumbres y características de la ciudad de Mérida por el año de 1873 y las dos décadas siguientes. Esta experiencia le permitió a López descubrir sorprendentes legados y características de Tulio Febres Cordero, las cuales comparte hoy con todos nosotros por celebrarse el próximo lunes 150 años de su natalicio. Con sus palabras cerramos esta nota y conmemoramos el importante legado intelectual de Tulio Febres Cordero en la cultura venezolana. 


“Los merideños contamos con la suerte de tener un prohombre como don Tulio, quien dedicó su vida, tal vez con la intención de ser leído a futuro y no en su presente, a plasmar toda esa memoria para las futuras generaciones del país, pero especialmente las de Mérida.
Don Tulio fue un gran coleccionista, un apasionado de las cosas antiguas, su biblioteca personal, que no es la donada a la hoy llamada Febres Cordero, contenía documentos, firmas y cosas muy importantes sobre la ciudad y muchas cosas que le traían de regalo, porque la gente sabía que era un gran coleccionista de la memoria histórica. Tenía firmas y documentos que iban desde la época de la conquista hasta de la independencia.


Sin embargo, en su casa había muchas cosas que no fueron donadas pero que hace unos 5 años salieron a la luz pública, y aunque algunas lamentablemente fueron robadas de esa biblioteca que estaba cerrada, acá en el centro de la ciudad, ahí se encontraban tal vez algunas de las cosas más importantes que él dejó. Yo por lo menos logré rescatar un tratado sobre magia manuscrito de 1793, en donde por ejemplo explican cómo ver las estrellas en el día, tal vez locuras que habría que ponerse a experimentarlas un poco para ver que tenían de cierto. Él amaba mucho ese libro, es un libro muy pequeñito hecho por un monje en Barinas.


Pero yo creo que él no alcanzó a comprender lo que estaba haciendo por la ciudad a futuro. Fue un hombre que en su época, sin moverse de Mérida, tuvo contacto con el mundo, se carteaba con todo el mundo, por ejemplo su periódico El Lápiz llegaba a Europa y Latinoamérica y a su vez a él le llegaba del extranjero una gran colección de periódicos de intercambio, los cuales hoy reposan en la biblioteca Febres Cordero. De hecho, el viaje más largo de Don Tulio fue recorrer parte del interior del estado Mérida, nunca salió del estado.
Es tan grande el legado que puedes descubrir trabajos de don Tulio por ejemplo en España. Yo particularmente conseguí uno en la Universidad de Sevilla, una memoria de grado sobre él y Don Gonzalo Picón Febres. Ahora bien, teniendo en cuenta todo esto, resulta lamentable que don Tulio sea una referencia vial para muchos merideños. Yo creo que el gobierno estatal podría hacer una edición masiva de alguna obra de Don Tulio, para que llegue a las escuelas y los niños conozcan más sobre él”.
Imagen: Tulio Febres Cordero

martes, noviembre 17, 2009

Lecturas Andinas

Enrique Vila-Matas
(Extrañas notas de Laboratorio, El otro, el mismo, 2007)





En el avión, que salió puntual de Caracas, terminé de leer, entre inquietantes turbulencias, Historias de la marcha a pie, una novela de la escritora venezolana Victoria de Stefano, una novela que uno tiene la impresión de que debe ser leída con la misma venturosa ilusión con la que uno se lanza a un viaje en toda línea, dejándose llevar hasta el final, “de haber un final, cualquier final”. Mientras terminaba el libro, pensé que un lector ideal de esa novela sería Peter Handke. Le imaginé magnetizado tras la lectura del libro de Victoria de Stefano.

Al aterrizar en la ciudad de Mérida, el libro estaba terminado y yo me sentía invadido por cierta ambigua sensación de felicidad. Me parecía a aquel personaje de un cuento de Nabokov que dice que su felicidad es un desafío. Y así, al pisar la bella Mérida, bajo el influjo de la lectura de Stefano, empecé a deambular por las calles y plazas de esa ciudad llevando orgulloso sobre mis hombros cierta inefable felicidad. Esa insensata sensación se intensificó al encontrar a los viejos amigos, al novelista Ednodio Quintero (de quien leería después, en la soledad del Hotel los Frailes, más allá de Mucuchíes, El diablo en casa, una pequeña obra maestra, libro todavía inédito a la espera de editorial) y a Diómedes Cordero, fanático de la lectura y lúcido crítico de cuanto lee, no perdona una.

Mérida está situada en el corazón de los Andes venezolanos, sobre una meseta que forma una ligera pendiente a los pies de Sierra Nevada. Es una ciudad tranquila, a veces parece el último rincón del mundo. Mérida te da sorpresas. Yo allí, en la Avenida 3 esquina Calle 16, he visto “El aleph” de Borges. Por motivos que no se me escapan, siento una irresistible atracción por Mérida. El exagerado Diómedes Cordero diría que en realidad estoy siempre en ella. Mérida también es exagerada, es una ciudad especializada en batir récords, pues en ella está el teleférico más alto del mundo y hay una heladería que está en Guinnes de los récords por tener helados de más sabores que ningún otro lugar del mundo: actualmente tiene 750 sabores; entre ellos, helados de cerveza, de ajo, de beicon, de frijoles, de espaguetis, de remolacha. Y en la ciudad hay setenta cibercafés, lo que para una población de cien mil personas no deja de ser sorprendente.



Instalado en el hotel Chama, con la felicidad como desafío, leí la primera noche un libro encontrado en una tienda del hotel de Caracas. Hacía tiempo que quería leer a Rodrigo Rey Sosa y debo confesar que ningún lugar sagrado, me impresionó por la sutileza y la extrema intensidad de algunos de sus relatos---pienso sobre todo en el inolvidable “La niña que no tuve”. A El factor de Borges, el libro de Nicolás Helft y Alan Pauls, también quiero aplicarle el adjetivo de inolvidable. Hasta este espléndido ensayo ilustrado. Pienso leer todo lo que encuentre de Alan Pauls. En el libro hay capítulos geniales, como el dedicado al parasitismo literario del autor de “El aleph”. Ahí se cuenta cómo un tal Ramón Doll, en 1933, en su libro Policía intelectual, criticó la escritura de Borges acusándola de abusar de las cosas ajenas y de repetir y degradar lo que repetía, acusó a Borges de parásito literario. Es muy probable, dice Pauls, que Borges, contra toda expectativa de Doll, no desaprobara la acusación; es más, con su astucia característica – la de los que reciclan los golpes del enemigo para fortalecer los propios- , es muy posible que no rechazara la condena de Doll, sino que la convirtiera--la revirtiera-- en un programa artístico propio. Favores que te puede hacer un crítico feroz o tu peor enemigo. ¿Qué es Pierre Menard si no la apoteosis del parasitismo?

Si el libro de Pauls lo encontré en Temas, a cuatro pasos del aleph de Mérida, el de César Aira me esperaba en Ludens, la librería de al lado. De este libro de Aira, Diccionario de autores latinoamericanos, había ya oído hablar, y no demasiado bien. Me habían dicho que en él estaba ausente el genio de Aira, pero la verdad es que el libro vale la pena, uno redescubre el curioso placer que hay en lo heterogéneo, ese placer que encontraba Borges en los índices, en los atlas, en los diccionarios. También es cierto que una lectura atenta de este libro puede acabar deprimiendo al lector, ya que en él aparece un altísimo porcentaje de extravagantes y desgraciadas biografías de escritores. Uno lee el diccionario de Aira y lo primero que decide es no ser escritor latinoamericano nunca. El humor de Aira hace el resto. El humor de Aira – como si fuera el de un personaje del mexicano Efrén Hernández, aquel que retrataba gente sonámbula, que dormía y se despertaba sin ley, que aparecía de pronto y poco después se perdía- aparece cuando uno menos lo espera y te deja una risa helada, apunto de hacerte monja. Con el apartado dedicado a la letra H, por ejemplo, por poco me muero de la risa o entro en un convento. En la sección H está condensado el diccionario entero. Imposible olvidar al argentino Eduardo Holmberg y su personaje, el doctor Tímpano, que descubrió que en la cera de las orejas se acumulan todos los sonidos que pueden recuperarse. En fin. Recuperadas quedan aquí algunas lecturas andinas y ciertos recuerdos en Mérida, esa ciudad en la que está el otro aleph, en la Avenida 3, esquina Calle 16. Repito la dirección porque me acuerdo de aquel periodista bonaerense que le dijo a Borges: “Pues yo pensé que era verdad lo de su aleph, porque usted había puesto el nombre de la calle”.
Octubre de 2001