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Literatura y comunicación

jueves, mayo 27, 2010

Un viajero del mundo que nunca salió de su tierra


A propósito del natalicio de  Tulio Febres Cordero
Por Nelson Espinoza

Aunque resulte osada la afirmación, es posible que don Tulio Febres Cordero, el prohombre merideño, se haya convertido para muchos en una simple referencia de ubicación geográfica. “Por la Don Tulio, a la altura de la Facultad de Medicina” o “bajando por la 2, ahí frente al Tulio Febres”, son algunas de las frases que suenan diariamente, ¿pero saben todos los merideños quién fue Tulio Febres Cordero?
Recuerdo que en mi primer día de trabajo como periodista, estando a cargo de la sección cultural del Diario de Los Andes, tuve la oportunidad de conocer a Belis Araque, directora de la Biblioteca Febres Cordero. En aquel entonces ella me sugirió la publicación de una sección semanal titulada “Las Cosas de Don Tulio”, en donde se presentarían escritos de este ilustre merideño sobre temas tan variados como la realidad política venezolana en su época, el noviazgo o incluso el dolor de muela.
Semana tras semana comprobé que conocer a don Tulio y su trabajo es entrar en contacto directo con la historia, y desde entonces siempre ha sido una grata experiencia encontrar a alguien que me enseñe un poco más sobre el único Rector Honorario que ha tenido la Universidad de Los Andes (ULA) en sus dos siglos de historia.

Luigi López es profesor de la Facultad de Humanidades y Educación de la ULA. Él fue el encargado de rescatar del olvido un libro escrito por don Tulio en 1924, en donde describe las costumbres y características de la ciudad de Mérida por el año de 1873 y las dos décadas siguientes. Esta experiencia le permitió a López descubrir sorprendentes legados y características de Tulio Febres Cordero, las cuales comparte hoy con todos nosotros por celebrarse el próximo lunes 150 años de su natalicio. Con sus palabras cerramos esta nota y conmemoramos el importante legado intelectual de Tulio Febres Cordero en la cultura venezolana. 


“Los merideños contamos con la suerte de tener un prohombre como don Tulio, quien dedicó su vida, tal vez con la intención de ser leído a futuro y no en su presente, a plasmar toda esa memoria para las futuras generaciones del país, pero especialmente las de Mérida.
Don Tulio fue un gran coleccionista, un apasionado de las cosas antiguas, su biblioteca personal, que no es la donada a la hoy llamada Febres Cordero, contenía documentos, firmas y cosas muy importantes sobre la ciudad y muchas cosas que le traían de regalo, porque la gente sabía que era un gran coleccionista de la memoria histórica. Tenía firmas y documentos que iban desde la época de la conquista hasta de la independencia.


Sin embargo, en su casa había muchas cosas que no fueron donadas pero que hace unos 5 años salieron a la luz pública, y aunque algunas lamentablemente fueron robadas de esa biblioteca que estaba cerrada, acá en el centro de la ciudad, ahí se encontraban tal vez algunas de las cosas más importantes que él dejó. Yo por lo menos logré rescatar un tratado sobre magia manuscrito de 1793, en donde por ejemplo explican cómo ver las estrellas en el día, tal vez locuras que habría que ponerse a experimentarlas un poco para ver que tenían de cierto. Él amaba mucho ese libro, es un libro muy pequeñito hecho por un monje en Barinas.


Pero yo creo que él no alcanzó a comprender lo que estaba haciendo por la ciudad a futuro. Fue un hombre que en su época, sin moverse de Mérida, tuvo contacto con el mundo, se carteaba con todo el mundo, por ejemplo su periódico El Lápiz llegaba a Europa y Latinoamérica y a su vez a él le llegaba del extranjero una gran colección de periódicos de intercambio, los cuales hoy reposan en la biblioteca Febres Cordero. De hecho, el viaje más largo de Don Tulio fue recorrer parte del interior del estado Mérida, nunca salió del estado.
Es tan grande el legado que puedes descubrir trabajos de don Tulio por ejemplo en España. Yo particularmente conseguí uno en la Universidad de Sevilla, una memoria de grado sobre él y Don Gonzalo Picón Febres. Ahora bien, teniendo en cuenta todo esto, resulta lamentable que don Tulio sea una referencia vial para muchos merideños. Yo creo que el gobierno estatal podría hacer una edición masiva de alguna obra de Don Tulio, para que llegue a las escuelas y los niños conozcan más sobre él”.
Imagen: Tulio Febres Cordero

martes, mayo 25, 2010

CIENCIA FICCIÓN LATINOAMERICANA

Por Daniel Arella




En el año paradigmático de 1927, cuando el escritor venezolano Julio Garmendia publica Tienda de muñecos, —libro de ocho cuentos fantásticos, entre los cuales se encuentra el primer cuento de ciencia ficción auténtica escrito en el país y uno de los primeros en Latinoamérica—, Hugo Gernsback, director de la revista Amazing Stories, bautiza el concepto de ciencia ficción,  implantándolo definitivamente en la historia.  En aquél año, a principios del s. XX, no se conocía ni rastro de la primera revista de CF de países anglosajones en Latinoamérica; no será sino hasta la primera década del 50 cuando los primeros fanzines y revistas del género serán traducidos al español, y no será sino hasta principios de la década del 60 cuando las primeras editoriales de CF extranjeras como la editorial EDHASA de Barcelona, con la famosa colección Nebulae, y  la revista Minotauro en 1964, presenten sus primeras ediciones.

Pero como bien indica Julio Miranda en el prólogo de su Antología de la ciencia ficción venezolana: “En un momento en que la CF no había recibido todavía una sanción universal favorable, dos venezolanos (Julio Garmendia con “La realidad circundante” y Enrique Bernardo Núñez) la estaban cultivando —aunque sea marginalmente— y en su vertiente más rica: la CF crítica”1. Y este es el caso general y paradigmático de la mayoría de los países latinoamericanos a principio del s. XX, como es el caso de Perú, Brasil, Cuba, Argentina, Uruguay, Guatemala (si contamos con el caso único de Álvaro Méndez Desleal) y México, países que en la actualidad, es decir, del año 70 hasta nuestros días, han desarrollado una CF propia, esencialmente latinoamericana, que no tiene nada que deberle a los escritores de habla anglosajona. Para ilustrar lo anterior veamos la declaración del célebre escritor de ciencia ficción brasileño André Carneiro, citado por Miguel Ángel Fernández en su artículo “Más allá de lo imaginado: la antología que hizo historia”:

 Estoy totalmente persuadido que ellos nos tienen temor, creo que se han quedado sin ideas y se han puesto muy reiterativos en los temas. Constantemente me aclaraban que nosotros no escribíamos Ciencia Ficción, que nosotros no debemos editar en Estados Unidos, que nosotros escribimos Realismo Mágico. En fin, ellos cuidan su mercado y lo hacen porque ven con temor nuestra gran imaginación, nuestro humanismo contra su materialismo, nuestra solidaridad contra su frialdad, nuestras ganas de trabajar en conjunto contra su individualidad.2





En el aludido artículo donde se cita esta implacable declaración del autor braliseño, se argumenta en torno al carácter imperialista original de la ciencia ficción, literatura utilizada en EEUU para demostrar la supremacía de la raza blanca como dueños del mundo de ser poseedores de la tecnología y el futuro de la historia a través de las guerras3, argumentos hartos reciclados en best-sellers y discursos comerciales cinematográficos. Si la tecnología está al servicio del poder, la ciencia ficción problematiza, cuestiona y critica —en muchos de sus tópicos temáticos— el destino apocalíptico y/o benefactor —si se conlleva con conciencia y humanismo— de la tecnología; ahora bien,  ¿pero por qué razón suponerse, impositivamente poseedores legítimos de las posibilidades creativas y críticas que ofrece la ciencia ficción para la literatura?  Este argumento, como es sabido, es absurdo, y más que eso, completamente errado, sabiendo de antemano que existe tanto la ciencia ficción soviética como la cubana, ideologías políticas francamente opuestas al establshiment norteamericano. En Latinoamérica se escribía ciencia ficción antes de que Asimov pensara siquiera en escribir su Fundación. Incluso antes, en el s. XIX, cuando Julio Verne —considerado como el primer autor en escribir relatos maravillosos-científicos, el primer escritor reconocido como pionero del género— publica en 1870 Veintemil leguas del mundo submarino, tres años después (¡Y 16 años antes que H.G. Wells escribiera La máquina del tiempo (1895)!) un naturalista, zoólogo y escritor argentino de origen alemán, llamado Eduardo Ladislao Holmberg (1852-1937), publica en  1879 su cuarta y última obra Horacio Kalibang o los autómatas, en la que adelantaría un tema de auténtica ciencia ficción: la inteligencia artificial.


Hay que explicar primero en qué puntos confluyen y se apartan en su temática y recursos la primera ciencia ficción latinoamericana y norteamericana. No hablaremos de la CF británica, la new wave y la distopía histórica4, puesto que esta empezó en la década de los 60, fecha donde culmina nuestra antología de los textos de CF fundacional. E. van Vogt en compañía de Bernard Goorden, en su prólogo a la antología Lo mejor de la ciencia ficción latinoamericana¸ concluye que una de las diferencias más marcadas entre estas dos tendencias consiste en que la CF latinoamericana evidencia una mayor calidad literaria. Aunque esta antología se basa en escritores posteriores a la década del 70 (dicho argumento se cumple igualmente para los escritores de las primeras seis décadas del s. XX) cuando el género ya había sido definido como tal, y los escritores ya se autodenominaban escritores del género, para el género y desde el género, circunscrito conceptualmente por la editorial;  esto no sucede, como se verá,  con los textos recopilados aquí, cuya característica más notable son sus rasgos híbridos, cuyas temáticas encajaban en la ciencia ficción más clásica en un período de la historia en que el concepto no estaba del todo claro y nadie había dicho la última palabra. De allí estriba la gran diferencia: los escritores latinoamericanos no escribían con la intención de escribir ciencia ficción, a diferencia de los norteamericanos, limitados por la tecnología, su impulso de progreso, sus editoriales y concepciones, sino de escribir literatura, con todo el riesgo que esto conlleva. Que si llegaron a tocar rasgos del género, sí, pero sin la conciencia del género, sino con una conciencia de vanguardia estética, de ruptura y transgresión —recordemos como el futurismo de Marinetti y la exaltación de la máquina, traídos por Huidobro, influenciaron notablemente a los escritores latinoamericanos en sus trabajos posteriores—. Mientras que los norteamericanos se enfrascaban en la parte científica, los latinoamericanos preferían, por su naturaleza, la parte fantástica, imaginativa e inventiva (lo que se llamó años después la “ciencia ficción blanda”). 

Por esta razón tan simple, las obras pioneras de la CF demuestran una ventaja alta en cuanto a su literariedad —y esto es uno de los grandes problemas de la CF actual: la calidad literaria, sospechosa para las editoriales—. Entonces estaríamos hablando de un escritura marginal, influenciada principalmente por los padres pioneros del género gótico: Edgar Allan Poe y E.T.A Hoffman, como es en el caso de Eduardo Ladislao Holmberg, y por las teorías científicas que revolucionaron la época: La teoría de la evolución de la especies de Darwin, la radiestecia y los rayos X de Roentgen, como es el caso de  Leopoldo Lugones, Clemente Palma, y de dos modernistas consagrados, los eternos rivales, Ruben Darío y el mexicano Amado Nervo, y un colombiano, José Asunción Silva, los cuales constituyen la prehistoria de la CF latinoamericana. Todos estos descubrimientos en el campo de la ciencia causaron un profundo impacto en nuestros escritores, los cuales empezaron a especular y a recrear las consecuencias humanas de estos nuevos inventos para la sociedad, el hombre y su identidad, principales tópicos de la literatura del género.  

Notas


1 Julio Miranda, Ciencia ficción venezolana: antología, Caracas, Diario de Caracas, 1979, p. 5.

2 Miguel Ángel Fernández ,“Más allá de lo imaginado: la antología que hizo historia”, Ciencia ficción mexicana, http://www.ciencia-ficción.com.mx.

3 Esto empieza a cambiar, paulatinamente, cuando el escritor afroamericano Samuel Delany, al escribir Babel 15 y La intersección Einstein, se postula como uno de los mayores escritores de ciencia-ficción del mundo, dandole opurtunidad, por primera vez, a la periferia de ser centro.

4Como son los casos paradigmáticos de El imperio del sol, 1984, La naranja metálica y El mundo feliz.

Imágenes: 1) Disponible en: cenicientademendigosyladrones.blogspot.com 2) "Realismo mágico". Disponible en: FB91.com.ar/blog/tag/realismo. 3) Julio Verne. Disponible en: aliciarosella.blogspot.com

viernes, mayo 21, 2010

Libros en rotación


Conversación con Roberto Chacón y Ramón Márquez, coordinadores de la Feria de Libros Usados y Ocasión


Por Jessica Labrador


La Feria de Libros Usados y Ocasión culmina hoy su segunda edición en el patio central de la Facultad de Humanidades y Educación. Ha sido patrocinada por el Decanato de esta misma facultad, Dirección de Cultura, Asociación de Profesores Universitarios de la ULA (Apula) y el Consejo de Estudios de Postgrado de nuestra casa de estudios. Cuenta con 32 stands de libros literarios y de otras áreas del saber, ciclo de charlas sobre el libro, el lenguaje, las humanidades y la tecnociencia. La siguiente conversación con Roberto Chacón y Ramón Márquez, intenta mostrar los objetivos y alcances de la única Feria de Libros usados en Venezuela.  






Jessica Labrador: ¿Cuáles son las intenciones y los alcances que se proponen al organizar  la II  Feria del Libro Usado y Ocasión?

Ramón Márquez y
Roberto Chacón: En primer lugar, buscamos acercar el libro usado, el libro viejo, a los nuevos y viejos lectores, pues este tipo de eventos tiene un mercado y seguidores. En segundo lugar, combatir el facilismo de la fotocopia con la venta de libros que no se consiguen en ninguna librería, que están agotados, pero que son necesarios para la formación.  Hacerle entender al lector que el libro se consulta y es un objeto estético, de disfrute y entretenimiento. Y en función de esto, intentamos contribuir con la formación de libreros, como lo hicimos con el 1er salón del Libro Universitario que sirvió de antesala a la FILU.

J.L: ¿Qué diferencia marcaría entre la primera edición y esta?

RM. RCH: La primera edición fue más pequeña, contamos con 17 stands, y ahora con 32. En la primera vinieron 2 libreros de Caracas, ahora vinieron 9. En esta ocasión los profesores montaron su propio stand y contamos con la novedad del comics y títulos de otras disciplinas que en la anterior no hubo.  

J.L: ¿Por qué la Feria se realiza sólo en la Facultad de Humanidades y no simultáneamente en otras facultades?

RM. RCH: La Feria es una respuesta de la Facultad de Humanidades para incentivar la lectura. En este momento, logramos incorporar títulos de otras áreas, como Derecho y Ciencias Sociales, puesto que observamos que en la primera edición nos visitaron estudiantes de estas disciplinas. Sin embargo, es una meta planteada para la III Feria, pues es una oferta mucho más amplia que requiere de espacios más grandes.



J.L: ¿Qué tipo de editoriales y vendedores han solicitado la participación en la Feria?
RM. RCH: Libreros de libros usados cuya participación se ha duplicado este año; profesores que traen sus bibliotecas; la Librería Lecturas y Peyran; Consejo de Publicaciones, Dirección de Cultura y Vicerrectorado de la ULA. Todos han traído excelentes títulos a un buen precio, asequible para el lector.  

J.L: ¿Es proporcional la idea del libro usado a la del libro barato?
RM. Sí, para la Feria sí. Nuestra idea, inspirada en el texto de Octavio Paz, Signo en rotación, busca poner en circulación, en rotación, el libro viejo aprovechando el concepto del mercado, en el que el libro viejo, usado, es proporcional a la idea de libro económico, pues busca acercar al lector. Por ejemplo, en uno de los stands, yo (Ramón Márquez) conseguí la primera edición de Cien años de Soledad en 10 Bs.F., mientras que en otras partes del país pagan hasta mil dólares por ella, caso de una Fundación en Colombia.

RCH: Ves la satisfacción de las personas que con 15 Bs.F. pueden llevar buenos libros, clásicos de la literatura. Pero también existen casos en los que por su año de edición, su contenido y autor, no se pueden vender tan económicos. Sin embargo, en la Feria puedes conseguir un libro de Denzil Romero (La tragedia del Generalísimo) en 25 Bs.F. y firmada por él; de Alfredo Ramos Jiménez (Comprender el Estado) en 30 Bs. F., mientras que una fotocopia te cuesta 40 Bs. F. La proporcionalidad depende de lo que se oferte.       

J.L: ¿Cuántas ferias de libro usado se realizan en Venezuela?

RM. RC: Ninguna. Este evento es único y está vinculado a una institución universitaria: Universidad de Los Andes.

J.L: ¿Cómo se imagina la III Feria?

RM. RCH: Con la buena voluntad política de quienes nos colaboran; trabajando con viejos libreros; institucionalizada con precios asequibles, pues inmensos precios aleja el agotamiento de títulos, y con un espectro disciplinario que atienda todas las áreas.


Imágenes: Facultad de Humanidades y Educación. Foto: Rober Gavidia. Afiche: II Feria del Libro Usado y de Ocasión. Facilitado por el Comité Organizador



jueves, mayo 13, 2010

Confesionario de un ausente

Una presentación de Jessica Labrador
Nacido en Acarigua, estado Portuguesa, y licenciado en Educación mención Bilogía y Química, José Escalona Tapia ha encontrado en la poesía una forma de aliento y distracción ante lo inevitablemente perdido. En su primer libro de poesía, Confesionario de un ausente (Asociación de Escritores de Mérida, 2008), lo lejano, el Otro, sólo permanece cerca en el recuerdo: telaraña mental que ajusta la presencia disipada al misterio de la vida. Pero cuando sus hilos no concuerda con ésta, puesto que la ausencia hace estrago en el Yo, la vida, en la poesía de Tapia, pareciera tener sentido en la asociación sentimiento-signo. De esta obra ofrecemos al lector algunas confidencias. 


Epitafio
Aquí yace
la concluyente letra
la última confesión
una conclusión errada
confesión de una vida acabada.


Nunca

Como el recuerdo: nunca te irás
te empeñé mis pensamientos.
No es solo para ti la vida
que nace de tus adentros.
Preciosidad que logra
tu tiempo en su momento.
Y es que en sólo tu apariencia
se pierde el secreto de la vida.
Pasados que escapan
a tu angustioso misterio.
Recuerdos que nunca nublan
el crisol de mis sueños…

Hasta dónde puede ser hermosa
flor que robó mis recuerdos.

Encontrarte

Por entre absurdos atajos de quimeras rotas
y habitaciones vacías de soledad
busco tus perdidos relatos y me acechan tus recuerdos,
con tus cantos de impoluta tristeza.
Encuentro una nueva cantidad de vigilantes retratos
y sigilosos arrabales que no cesan de entonar tu nombre,
y qué es lo que falta, te imploro una respuesta,
si aún conservo lo implacable de mi sentimiento
y tú mantienes lo diminuto de mi recuerdo
donde habita mi nombre, el pasado y tu deshielo,
acaso tus líneas se escriben con las letras de mis sueños,
donde solamente estás, donde inútilmente te busco.


Imagen: "Amor ausente". Disponible en: romero-viera.blogspot.com
                 2) Dispobible en: hersonliterario.obplog.com

viernes, mayo 07, 2010

La Reina del Palenque

Una presentación de José Alexander Bustamante


La rescritura es uno de los modelos ficcionales que se ha convertido en recurrencia y referencia por todo tipo de escritores. Lejos de pensar en una falta de autenticidad, la crítica literaria le ha otorgado a la reescritura un lugar que la consolida como un modelo literario basado en la perspectiva de los fenómenos textuales ya existentes. La Reina del palenque (2010) de  Rosa Angela El Zelah es un claro ejercicio y ejemplo de esta idea. Ella, brillante estudiante de la Escuela de Letras de la Universidad de los Andes. El cuento, un acierto de la perspectiva que se puede elaborar del mundo prehispánico americano.
La Reina del Palenque
Por Rosa Angela El Zelah
 El día que la Reina murió, relata Itzanami, descubrimos que el Rey Pacal era el elegido para revelar la sentencia que escribió el Dios el primer día de la creación. Nuestra Reina, ¡cómo olvidarla!, ya sentía la muerte cerca que se exteriorizaba como el contacto de telarañas en la piel de ambos brazos. Vivió hasta los 45 años.  Su muerte fue un duro golpe para el Rey, quien ordenó enterrar a la mujer que amaba en un sarcófago y amortajarla con cinabrio. A partir de ese momento, se le fueron manifestando los designios del Dios Creador; en su profunda soledad soñaba con hombres que bajarían del cielo en complicadas naves y nos enseñarían a sobrevivir la invasión de los falsos dioses que vendrían del mar a imponer sus leyes y sus creencias; sólo sería posible diferenciarlos de los verdaderos dioses, porque los hombres del mar tendrían las mismas necesidades fisiológicas que nosotros, los mayas habitantes de aquella tierra. Luego de que el Rey manifestara sus visiones, nos preparamos para recibir a los hombres del cielo, pero su llegada nunca sucedió. Sin embargo, sabíamos que nos esperaban la destrucción y el sufrimiento y rápidamente abandonamos Otolum. Cuando el Rey Pacal arribó a la edad de 80 años se produjo su deceso. Físicamente no aparentaba sus años de vida, al contrario, parecía poseer la mitad del tiempo vivido. Sus hijos y los habitantes que quedamos le rendimos el honor que el Rey mereció. En su lápida dibujamos lo que el Rey Pacal soñó: su descenso al Xibalbá convertido en el héroe Ixbalanqué para vencer a los espíritus de la muerte que le arrebataron a su esposa. No sabemos si el Rey Pacal logró su cometido y descendió al Xibalbá o si ascendió al cielo montado en una nave como la de los hombres de sus visiones; lo cierto es que los reyes del Palenque quedarán en la inmortalidad, porque ese es su destino y ningún hombre puede escapar a lo que está escrito. Nosotros huimos de Otolum pero no escapamos al sufrimiento, al destrozo de nuestros dioses, ni recuperamos la libertad.
Imagen: Cabeza Maya. Disponible: noticiaspalenque.com