Buscar contenido publicado en el Club

Literatura y comunicación

miércoles, julio 28, 2010

La escritura a partir de "Ficciones"

c
Por Julieta Arella

Una presentación de José Alexander Bustamante
Universidad de Los Andes

Desde el Taller de lectura y compresión desarrollado por estudiantes de los primeros semestres de la Escuela de Letras, la obra Ficciones (1944) de Jorge Luis Borges fue leída, analizada y ejercitada a partir de sus interpretaciones: el azar, los espejos, el laberinto, la memoria, el tiempo, los mundos posibles, la reescritura.

El resultado final, un ejercicio de creación literaria a partir de una de sus nociones literarias, como el siguiente cuento de la bachiller Julieta Arella.   


























CADENA PERPETUA
Estudiante de Letras (ULA)

Yo me retiro, nuestros destellos andan en retroceso, todo es fantasía, alucinamos los besos, también la embestida fantasmal. Aquella enorme roca junto al río dormido no era una roca, allí estaban endurecidos los desvelos, la eterna soledad. Yo me retiro de la comedia angelical en donde retumban tambores en vez de arpas; el más sutil de los sonidos se despierta, se estremece con tu sola presencia. Has palpado la felicidad pero no te seducen los extremos, la felicidad suele ser angustiosa, cuestionable, demasiado voluptuosa también, has tocado fondo has estrellado la frente donde se refleja la luna, comprobaste que el fracaso te regocija, te acoge como a un amigo.

El hombre puede ser dos hombres o quizá más al mismo tiempo, uno de ellos puede que esté dormido y otro despierto, lo que no tenemos claro es en qué plano, en qué tiempo reconoces al dormido y al despierto, en qué maraña, en qué límite, no se da nunca el encuentro de dos almas incompatibles, compartiendo la misma esencia.
En fin, me limitaré a hablar de tu plano fantasmal, en donde siempre existes al mismo tiempo que estás conmigo; te condenaron desde el inicio de nuestro universo, te condenaron a amarme y a que yo pudiera amarte en demasía, porque de lo contraría siempre recordarías el pasado -igual que ahora- serías un inmortal errante en busca de la liberación plena.
Comenzamos hablando de poesía, de música, de instantes  brutales de la vida y con infinita delicadeza me sumiste en un sueño en el que siempre fui protagonista, en principio todo era efímero, todo fantasía, un juego de palabras dislocándose jugando a lo que no se dice, palabras debatiéndose en el silencio contra el viento, el sol sucedía y paso a paso revelabas el misterio que nos unía. El tiempo transcurría, a veces me daba miedo tu presencia, pero mucho, más miedo me daba tu ausencia, porque en muchas ocasiones dejé de verte y quise perderme de ti, pero no podía tenía que saber el final de la historia, es decir el inicio donde nos condenan. En ocasiones en las que me retiré decidida, leí innumerables cartas que mandabas desesperado, cartas en donde me explicabas que tenías cuatrocientos años, y que aceptaste la condena para salvarme a mí de la cadena perpetua de ser un mártir, que yo también tengo tu misma edad y que la única diferencia entre los dos es que tu eres consciente de todas tus reencarnaciones, que recuerdas con pánico desde el inicio hasta lo último, y que en cada momento, en cada paso que diste por la eternidad mes has buscado y casi siempre me encuentras, siempre tenemos nuevos rostros y nos movemos en una línea de tiempo horizontal. Decías que el tiempo de nuevo nos jugaba sucio, pero que al igual que el tiempo tú también eras inmortal, decías que tu entrega era ciega y yo había sido capaz de despertar a un maniático soñador que estaba congelado en el infierno, que era yo la que podía hundirme en lo profundo de tus ojos y nadar en el océano de tu alma porque cuando estaba contigo las aguas se volvían mansas, lo único que necesitabas era el néctar desnudo de mi pureza y lo ibas a obtener así eso significara vagar y recordar eternamente.


No sé quien ha encontrado a quien, no sé en qué plano me estoy moviendo ahora, te miré a los ojos,  tus ojos pronunciados y diletantes mostraban algo más que vida mucho más que muerte, tú mirada podía aniquilar la luna, quedé apresada con tus ojos, con tu mirada perversa y oculta; no había duda, te conocía de antes pero de antes de nacer.
Teníamos una conexión extraña pero genuina yo te regalaba versos y tiempo, estaba protegida en tu presencia, era como refugiarme en la mirada de un niño, día y noche tras noche pensaba en ti, se me erizaba la piel con solo imaginarte era como si debiese temerte, como si tu presencia jugara conmigo y revoloteara en todas mis imágenes. En las noches sordas y solitarias escuchaba tu voz murmurándome al oído no sé qué intentabas decir, solo sé que era tu voz inconclusa, martillabas en mi cabeza todas las noches, porque en ti se derraman todas las noches del universo, tu sombra se restregaba en mi cuerpo, y muchas veces no podía acordarme de tu rostro, pero tus ojos como los de un búho quedaron tallados en mi memoria.
Al verte aspirabas mi cuello y me decías: -Tu olor en espiral hace mis frases más cortas, tu olor penetra los sentidos de la cólera de mis secretos, me hace libre y soy yo de nuevo-  podías pasar todo un día oliéndome, acariciándome la espalda tan suavemente que me hacías ligera como una pluma blanca.
Tu amor se volvió enfermizo, siempre lo había sido, o tal vez  el verdadero amor es insoportable. Nunca conoceré a nadie con el corazón más grande que el tuyo, hacías todo lo que te pedía, todo absolutamente todo lo que pasaba por mi cabeza lo hacías como si leyeras mi mente;  advertías  mis fracasos, todas mis desilusiones y te convertiste en mi profeta del desastre.
Y como yo no te podía amar como tú me amabas a mí desde la asfixie de tus siglos principito sin planeta ni rosa, te pedí que me mataras, para ver si despierto en la muerte amándote.



FOTOGRAFÍAS: 1) Disponible en http://www.genelfourm.com.2/) Disponible en www. guzelresimler.net. 3) Diponible en http://www.chtal3nabi.com/.

jueves, julio 01, 2010

FELO JIMÉNEZ

Por Gonzalo Fragui
(Texto inédito)



Rodolfo Izaguirre, siendo todavía un niño, quiso saber un día cómo narraba Felo Jiménez un partido de fútbol de la liga italiana desde los estudios de Radio Continente. No había televisión, mucho menos internet,  parabólicas o cable.

Y fue a través de los cristales que Rodolfo descubrió algo increíble. Felo sólo tenía en sus manos un pedazo de papel, un télex, con unas escasas cinco líneas, donde se informaba únicamente el marcador, las alineaciones, los minutos de los goles y los autores.

Felo reconstruía los noventa minutos de juego. Algunas veces hasta le agregaba algunos minutos de lo que hoy se conoce como “tiempo de reposición” y que en aquella época se conocía como “tiempo de descento”.





PIRATA


Por Leo Mendoza
De ficticia.com


El señor Ferrari lo dice a voz de cuello, a quien sea.
Se lo dijo a la peña americanista que se reúne aquí en la cantina para luego marchar rumbo al estadio.
Se lo dijo al único necaxista que conozco: un escritor alto, barbado que de cuando en cuando se toma una cerveza entre nosotros, como si bajara de su nube.
Se lo dijo hasta al señor Fernández a quien lo único que le interesa son los Tigres capitalinos y los Yanquis de Nueva York.
-Déjense de Luis Hernández y de García Aspe. Primero está el Pirata y luego Hugo Sánchez.
Y si el señor Ferrari - así como los coches italianos, los del caballito volador- lo dice, hay que creerle. Porque él no es de aquí, aunque lo pareciera por el gusto que le ha agarrado al tequila.
Él llegó para jugar futbol y jugó bien, con los "Millonetas" que hoy son "Águilas". Dice que jugaba de medio y entre los que visitan la cantina, los que se vienen aquí para ver los partidos huyendo de sus casas y de los reclamos de sus mujeres, hay muchos que todavía lo recuerdan.
Por eso su palabra es ley.
Y si él dice que el Pirata Fuente ha sido el mejor jugador que ha dado México, hay que creerle.
Porque su padre lo llevó a verlo jugar al estadio de Vélez Sarfield y fue su ídolo los tres años que permaneció en el equipo: bueno para el regate, para el desborde y para tirar a gol. Bueno para jugar en una cancha que ni siquiera un chancho -dice que así le dicen a los puercos- aceptaría como chiquero.
Dice que el Pirata fue un adelantado, que en estos tiempos sería fenómeno.
El señor Ferrari dice que cuando jugó en Vélez, el Pirata ya traía la fama de bacán, que es lo mismo que borracho o bebedor o, mejor dicho, de pícaro y pendenciero. Que muchos lo vieron trasnochando en vísperas del partido, pero también dice que a la hora buena, en cuanto sonaba el silbatazo, saltaba a la cancha como una locomotora y al terminar el partido se tendía cuan largo era para sudar la resaca que es como allá le dicen a la cruda.
Dice que así era. Que si el técnico le prohibía irse de farra, el Pirata andaba mal y de malas, pero que a la primera curda -"que es como andar bien pedo", explica el señor Ferrari- se le borraba toda la mala suerte y regaba talento y habilidad por todo el campo.
Eso dice y aquí, en la cantina, nadie se atreve a contradecirlo.
Aun cuando algunos aseguran que de argentino tiene lo que de cubano las tortas.
Y cuando el partido está por comenzar, luego de sus dos tequilas, el señor Ferrari toma su muleta -un accidente, che, pura mala pava, dice- y paso a pasito nos deja acompañados por el recuerdo de su futbolista favorito.